Si por algo es conocido Tajueco turísticamente lo es por su alfarería, siendo el primer alfarero conocido documentalmente un tal “Sebastián el ollero” (1548). Y en el Catastro de la Ensenada se indica que había 13 maestros alfareros. Su producción tradicional consistía en cántaros, botijas y botijos, cantimploras, cazuelas, pucheros, peroles, barreños, orzas, ollas, macetas, platos.., etc. Y sigue en pie un alfar con el maestro alfarero Alfonso Almazán que ha aprendido desde niño el oficio de la mano de su padre Máximo.

 

Ángel Coronado, en 1977, resumía así sus características: “Lo cierto es que las piezas de Tajueco no muestran influencia aragonesa y presentan unas formas típicamente castellanas. Sólo un elemento decorativo, muy empleado en Tajueco y también en Aragón, podría citarse como lazo de unión entre ambas producciones. Este motivo es el acordonado, que con tanta profusión decora las ollas de Tajueco, dándoles cierto aire de elegancia y distinción. Otra decoración característica la constituyen pequeñas pinceladas de punteados, que con arcilla blancas y gredosas aplicaban sobre el barro rojizo, y que una vez recubiertas con un baño de plomo o vidriado, muestran después de cocidas su característico color amarillento claro”.


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